Iba atravesando el parque y sentía que algo me estaba siguiendo. No estaba segura de si se trataba de una presencia humana o era algo sobrenatural. Me daba vuelta a mirar y nada, hacía lo mismo para los costados y tampoco. Estaba desconcertada.
En la plaza estábamos los arboles, yo y algunas hojas descuartizadas por las pisadas. Nos hablábamos telepáticamente acerca de nuestros romances. Yo le contaba mis historia de amor de verano y ellos las suyas. Me dijeron cosas encantadoras que no puedo reproducir, porque es un secreto entre nosotros, pero que me encantaría que todos las sepan.
A medida que me introducía en el interior del parque la presencia se hacia mas densa. Ya no solo la presentía, sino que mi cuerpo estaba sintiéndola también. El corazón me latía más rápido, las pupilas se me dilataron y las manos me sudaban. Comencé a escuchar un sonido como de agua hirviendo. Cada vez era más fuerte y estaba mas cerca mio. De a ratitos ese ruido cesaba para convertirse en una especie de explosión. Si en algún momento había pensado que podía llegar a ser una persona, ahora esa hipótesis quedaba descartada.
Por entre los árboles se infiltraban los rayos del sol, que se proyectaban en el piso y junto con las ramas generaban formas de animales. Algunos parecían moverse, eran casi como sombras chinescas. Mientras caminaba las iba mirando, si parpadeaba un poco más lento de lo normal, podía generar movimiento. Imaginaba historias entre los animales del parque y junto con lo que me decían los árboles, buscaba distraerme y olvidar que un algo venía a la par, aunque no pudiera verlo. Y casi funcionó.
Todo empeoró cuando empezó a llover sobre mi. No era una tormenta, pero las precipitaciones eran abundantes. En un principio pensé que eran los árboles que estaban llorando, no quería decirlo, estaban muy tristes, pero luego note que a mi alrededor todo estaba seco. Es más, había tanta sequía que ya casi no crecía el pasto y el color verde había desaparecido del paisaje.
Tome valor y mire hacia arriba. Una nube me estaba siguiendo. Era espesa, bien negra y hasta olía mal, no se parecía en nada a las que están en el cielo. Me pareció haberle visto los ojos, pero no estoy segura. Voy a pensar que si y a decir entonces que me miraba con bronca, como que me estaba juzgando por algo pero desconozco el por que. No se conformó con incomodarme todo el camino sino que no se aguantó retener las lágrimas y lloro sobre mi.
Me pidió que me detenga y escribió sobre un tronco que entendía lo que me pasaba. No me estaba mirando con ira, sino que con pena. Entonces le sonreí. Seguí mi camino y la nube se esfumó inmediatamente. El amor se fue con ella.
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